martes, 27 de abril de 2010
LA NUEVA TIERRA
Las embarcaciones de Cortés costearon luego los litorales de la península de Yucatán hasta el río de Tabasco, que se conoció ya como Grijalva. En el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer enfrentamiento bélico con los indios. Consumada la victoria de Cortés, los señores mayas agasajaron a los españoles haciéndoles entrega de veinte jóvenes mujeres entre las que estaba la célebre Malintzin o Malinche.
Esta última fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero.
Continuando la navegación, llegó Cortés a la región conocida como Chalchicueyecan (‘el lugar de la diosa de la falda de jade’), en donde el Viernes Santo de 1519 hizo la fundación de la Villa Rica de la Veracruz. Cortés, decidido a romper toda relación de obediencia con Diego Velázquez, creó el cabildo de esa Villa Rica, el cual a su vez lo nombró capitán general y justicia mayor. Acerca de esto informaría él muy pronto al emperador Carlos V (Carlos I de España). De este modo, su única vinculación iba a ser ya con la monarquía.
Estableció luego Cortés contacto con indígenas totonacas en Zempoala. Recibió también una primera embajada del soberano azteca Moctezuma II con grandes presentes de joyas, oro, plumajes y varios atavíos. Según los testimonios indígenas que se conservan, Moctezuma, hondamente preocupado por las noticias que le llegaban de las costas del golfo de México, pensó que los recién venidos eran Quetzalcóatl y otros dioses que lo acompañaban. Nuevamente envió mensajeros que llevaron, entre otras cosas, dos grandes discos, uno de oro y otro de plata, artísticamente trabajados. Esos mensajeros regresaron a Tenochtitlán y refirieron a Moctezuma todo lo que habían visto. El señor de los aztecas (mexicas) se sumió entonces en profunda consternación.
Hernán Cortés dispuso una embajada que debía zarpar con rumbo a España. Se redactó entonces la que se conoce como Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio de 1519. En ella se hacía saber a Carlos V que el dicho cabildo había nombrado a Cortés capitán general y justicia mayor. Dos semanas después, se embarcaron los enviados de Cortés, yendo como procuradores Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo. Llevaron consigo presentes para el Emperador, entre ellos algunos códices indígenas. Poco después, Cortés ordenó el desmantelamiento de sus naves, y, a mediados de agosto de ese mismo año, emprendió su salida hacia el interior de México.
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